#RegistrANDO
Texto: Moisés Mauricio Ayllon
Fotos: Lourdes Samo, Fabiola Mendoza, Karen Venencia, Gorostiaga, Mauricio Aguilar, Augusto Calle y Anahi Abuna
Comenzó todo con esa pequeña ansiedad, ansiedad de conocer un nuevo lugar una nueva vivencia una nueva aventura, desde el preparado de la mochila la ropa y todo lo que uno debe llevar para no padecer mucho las inclemencias del clima y disfrutar del camping.
Cada viaje es mágico y me llenan de muchas experiencias bellas, esta vez me toco Yunga Cruz.
Nunca había escuchado nada sobre el camino que emprendería, todo comenzó desde la localidad de chuñawi y la meta es llegar hasta Chulumani, la premisa del viaje era el registro fotográfico, divertirse y no separar el grupo.
Éramos como diez personas que nos propusimos esta nueva aventura, uno comienza con mucha fuerza ya que los paisajes ni bien arrancamos son maravillosos, el sendero que uno debe seguir surcan montañas mientras a tus espaldas se va apreciando el imponente illimani.
Se lo ve en medio de nubes y se siente algo de frio el solo verlo, seguimos avanzando mientras el paisaje nos sorprende, la primera parada que realizamos es el lago Casiri uno de mis lugares favoritos, para llegar el terreno se torna algo pedregoso , el lago Casiri es como un secreto en medio de montañas como una joya resguardada por las naturaleza , el frio la neblina, la paja que se mueve al soplar del viento todo es una bella danza, no pude evitar las ganas de meterme a nadar, así que lo hice,- (no recomendable, peligroso para los que no tienen experiencia en agua helada y lagos) – el frio te enseña a vivir el ahora te despierta te agita y estremece, mientras nadaba solo pensaba en mantener la calma y tratar de no ahogarme, una vez Salí el frio se apodero de mí, mientras me cambiaba y me ponía ropa abrigadora, sentí una probadita de lo grandiosa que puede ser la naturaleza, hay que dejara el lago así que seguimos nuestra marcha mientras el illimani nos despacha a nuestras espaldas, el siguiente reto es cruzar la cumbre una subida rocosa uno va experimentando la fuerza de la naturaleza rocas enormes en medio de la nada alzándose como colocadas ahí para dar una vista hermosa.
Va oscureciendo y vamos armando el campamento, realmente lo odio ya que uno se siente agotado después de caminar todo el día, y debe llegar a armar todo, y al día siguiente guardar todo. Lamentablemente nuestra fogata no fue de las mejores ya que en el altiplano solo hay paja y ramas, en mi pequeña aventura individual por buscar leña vi algo hermoso, el illimani nuevamente, esta vez con la luna reflejando su luz sobre ella, las nubes por debajo de ella como un mar lleno de olas, adorándola, y ella toda coqueta presumiendo su grandeza por encima de ellas, fue amor a primera vista, en esos momentos me encantaría ser fotógrafo para capturar momentos mágicos, pero la magia la guardo para mí, ahí los veo como el primer beso, íntimo y lleno de emociones encontradas, esa sería la última vez que lo vería que bella despedida que me dio.
Continuando al día siguiente por el sendero que parece un balcón ya que te da hermosas vistas, ya se va apreciando algo de vegetación esos bellos contrastes de la naturaleza.
Se va apreciando como uno va entrando a la parte selvática poco a poco y cuando menos lo esperas ya estas caminando en medio de ramas, lodo, pasando ríos, trepando ramas, pasando por debajo de ellos, por arriba, o como se te ocurra, viendo montañas a lo alto y pensando, yo estuve allí arriba.
El terreno se hace algo accidentado y tuvimos que quedarnos a acampar ya no teníamos mucha agua y se nos venía todavía un trecho largo, ese sería otro reto que se nos venía caminar los yungas sin agua, para ese momento mi grupo ya se había dividido, los de marcha rápida se adelantaron y yo me quede atrás para apreciar el paisaje y a modo de acompañar a los rezagados, este último día fue una prueba muy dura caminar sin haber bebido agua y cuando el clima de los yungas ya te agobia. es un clima más cálido, los mosquitos aparecen, y el sudor solo te seca más. mientras iba caminando andaba chupando ramitas, y mascando hojas (soy algo loco, no lo hagan se pueden enfermar), encontré unos frutos pequeños similares al níspero, y recordé mi infancia en los yungas, así que me decidí comerlos, no sé si fue la desesperación por la sed, pero como los disfrute, eran deliciosas me acabe el arbusto ahí mismo, a lo lejos ya se apreciaba Chulumani en medio de una montaña el terreno ya era selvático y por fin, al acabar el sendero, encontramos una cañería que supongo la pusieron ahí a propósito para abastecer a los caminantes de agua. Admito que me tome como dos litros de agua yo solo, allí con mi grupo exhausto vimos una carretera y casas, habíamos cumplido con yunga cruz cansados, insolados, hambrientos, pero con mucha alegría ya que de inmediato un taxi nos rescató, la última parada Chulumani donde me espera un helado y de regreso a mi hogar.
Muchas vivencias me dejo Yunga Cruz que lamentablemente no se pueden explicar en un pequeño artículo, vivencias que estoy seguro que las tendrá el que se anime a caminar por esos caminos, en el camino vi una pareja que no tenía agua al igual que yo, la chica tenia los dos pies entablillados, no me atreví a pedirles agua ellos estaban sacando agua de unas plantas para así hervirlas y beberla, hubieron varias anécdotas para contar, y bellos lugares por describir, pero me las guardare para mí, como el primer beso, lleno de magia, emociones, expectativas, que solo se satisfacen viviéndolas, la única forma de sentir semejante belleza de la naturaleza es viviéndola, vivan su experiencia única e irrepetible en Yunga Cruz, inolvidable como el primer beso.
Moises Mauricio Ayllon
Es aventurero, explorador, Redactor, amante de los felinos y quien nos acompaña en los viajes y recorridos fotográficos con Foto Espacio Bolivia.